SEMANA 45 / 2019

Lunes

El despertador suena a las cinco, pero llevo un cuarto de hora despierto. Toca volar a Múnich, ¿pero a qué?

Desayuno con A en el aeropuerto. Está más tranquila que el viernes. En el avión me siento entre un tipo con mal aliento y un ejecutivo workahólico que insulta a una de las azafatas la segunda vez que le pide que cierre el ordenador. Un poco antes de aterrizar sacará una revista de historia y se pondrá a leer sobre Hitler y el Putsch de Múnich. Fabuloso.

Aterrizamos. En la ciudad hace un día soleado y cogemos un taxi para ir al estudio. El proyecto que nos ha traído aquí es ridículo, pero da igual. Por la noche nos invitan a un restaurante típico bávaro para socializar con el equipo. No me sale bien del todo: bebo más de la cuenta y hablo menos de la cuenta.

Martes

Hacienda aparece como un fantasma y mete la mano en mi cuenta bancaria. Entrevistamos al japonés que lleva el proyecto ridículo. Le lanzo una pregunta inociente que le bloquea durante, no exagero, más de 30 segundos. Intento ir a una librería con buenas críticas en Internet, Lost Weekend, pero está de obras, así que camino hasta otra que está justo al lado y me pillo el libro de Nabokov que me recomendó J (Pale Fire) porque al parecer no puedo esperar a comprarlo en Madrid. Ceno en un restaurante vietnamita con A y N. Luego vamos a un bar y nos tratan fatal.

Miércoles

Silencio de radio en la Internet de ligar. Olia me escribe para darme acceso a las webs de Geocities. Avanzo con el proyecto para el Yami-Ichi. Me doy una vuelta por la ciudad, pero como anochece a las cinco no veo nada interesante (literal y figurativamente hablando). Hoy la Pinakothek cierra a las seis, así que me quedo sin visitarla. Voy a más librerías, le hago ojitos a varios libros y revistas, me siento fatal, me voy sin comprar nada.

Jueves

A se va de vuelta a Madrid. Yo me quedo un día más. Me aburro. Pienso en el miedo. En el de A, en el mío, en los que he tenido, en los que ya no tengo. Hoy sí visito la Pinakothek der Moderne, que además de abrir a las ocho tiene, sorpresa, la entrada gratuita.

Parece la cárcel. Hay al menos un vigilante por sala. Mientras miro una expo sobre urbanismo en la India un vigilante me pide que haga la tote bag que llevo más pequeña (supongo que se me ve en la cara mi pasado como ladrón de maquetas) y sin más preámbulos me coge la bolsa y le ata un nudo. «Schönen Abend noch» me responde sonriente cuando le pregunto que qué cree que está haciendo.

Me alejo enfadadísimo y después de un rato deshago el nudo y me vuelvo a colgar la bolsa al hombro. De la nada aparece otro vigilante, de mayor rango, supongo, y más alto, y más germano, y portando más walkie-talkies (uno) en la mano. Me dice básicamente lo mismo que el anterior. Me da largas cuando pregunto que por qué ese empeño en miniaturizar mi bolsa cuando resulta que apenas hay visitantes en el museo. Quiero que confiese que es por mi sospechoso interés por los trazados residenciales en Gujarat. En lugar de eso sonríe y me vuelve a dar largas, así que cojo la bolsa, hago una bola con ella y me largo de la exposición. Que le den al urbanismo indio.

Con el enfado más grande y la bolsa más pequeña subo a la segunda planta para ver la última expo. Tras unos minutos a mi aire se me acerca un nuevo vigilante. Allá vamos otra vez, pienso. Pero no, este me dice que no me vaya del museo, que en unos minutos inaugurarán una expo nueva y que voy a poder verla en primicia. Fabuloso. Le doy las gracias y hago un poco de tiempo volviendo a recorrer las salas de esta planta. A los pocos minutos inauguran la exposición, que está compuesta por obras que se presentan sin información sobre tema, material o autor, con la idea de apreciar la pieza sin interferencias o preconcepciones. Mientras abandono el museo me cruzo con el guarda bueno y le vuelvo a dar las gracias, congraciándome otra vez con el gremio de la vigilancia de espacios expositivos.

Antes de volver a mi hotel me acerco a la Futuro Haus que hay en el jardín frente a la Pinakothek y la fotografío mientras pienso, otra vez, en el miedo y en mi propio futuro.

Semana 43
Yami-Ichi