SEMANA 40 / 2019

Nunca me acuerdo de la táctica del chicle.

Domingo — A una semana y un día de Copenhague sin preparativo alguno (esta frase no cuenta, ¿verdad?) tengo las ganas de viajar a cero y el miedo a la aereotransportación por las nubes.

Sábado — Desayuno con M. Bebemos grandes cantidades de café y hablamos sobre qué presentar en el Internet Yami-Ichi (spoiler: tenemos un plan). En una película asistiríamos ahora a varios flashbacks ligeramente dolorosos con N hace exactamente 365 días.

Llego tardísimo y no logro comprar las entradas para ir ver a Agnes Obel, pero a cambio añado una alerta en el calendario para acordarme de tener FOMO en marzo de 2020.

The Art of Self-Defense me deja con un sabor de boca regular. Por la noche intento ver Heat pero me entra el sueño y también las ganas de no seguir viéndola, así que la abandono a la mitad.

Viernes - Voy a comer a Misión pre-cita con mi psicóloga y en la mesa de al lado aterriza una joven librera que:

  • Tiene voz de dibujo animado.
  • Se da un aire a A2.
  • Me hizo ghosting en Tinder en la temporada anterior.

Se lo comento a R. telemáticamente y me sugiere que:

“Si puedes, pégale un chicle en el pelo. Nunca te acuerdas de la táctica del chicle.”

Es verdad, nunca me acuerdo de la táctica del chicle (y así me va).

En la hora loca (bueno, en la terapia) todo bien. Por tercera sesión consecutiva hablo de los avances altamente positivos que estoy haciendo. El próximo viernes será la última cita del mes. Me gustaría espaciar más la visitas, pero no me atrevo a sugerirlo todavía.

Jueves — Llevo el ordenador a reparar porque al teclado no le funciona ni la R ni la F y necesito poder escribir frambuesa, frecuencia, frigorífico, frondoso y frustración.

Miércoles — Reunión con los otros profesores que darán conmigo el curso en el IED (sí, he vuelto para dar un último golpe; luego me retiraré para siempre, palabra). En esta ocasión impartiré nociones sobre animación de interfaces. Esta vez sin nada de código a la vista, así que espero que nadie salga herido.

Martes — Conozco a tres plátanos de Studio Banana. Todo fantástico. Unos días después me chivarán que no es oro lo que parece.

Lunes — A. me pregunta por la carta de motivación que me comprometí a enseñarle a mediados de mes, pero como no me he sentido motivado no he escrito nada.