— Vamos, hombre —dijo Joachim—, te lo contaré mientras paseamos. Es como echar raíces. Se trata de una habilidad de la cirugía, como habrás imaginado; es una operación que se realiza con bastante frecuencia aquí arriba. Behrens tiene una práctica notable… Cuando un pulmón está acabado, ¿comprendes?, y el otro está sano, o relativamente sano, se dispensa el enfermo por algún tiempo de su actividad, para darle descanso… Es decir, te hacen un corte aquí, en el costado, no sé exactamente dónde. Behrens es un maestro en este género de operaciones. Luego inyectan gas, nitrógeno, ¿sabes?, y así inmovilizan el pulmón relleno de gas. El gas, naturalmente, no se mantiene mucho tiempo. Es preciso renovarlo cada quince días, poco más o menos; es una especie de relleno, ya puedes imaginarlo. Y cuando este proceso se repite durante un año, el pulmón puede sanar gracias al reposo. No siempre, por supuesto, y hasta es un asunto peligroso. Pero al parecer, se han obtenido muy buenos resultados por medio del neumotórax. Todos esos que acabas de ver están así, incluida la señorita Iltis (es la que tiene las manchas rojas), y la señorita Levy, la delgada, que según recordarás es aquella que guardó cama tanto tiempo. Se han agrupado, pues el neumotórax une a los hombres, y se llaman a sí mismos la «Sociedad Medio Pulmón», bajo cuyo nombre se les conoce. Pero el orgullo de la sociedad es esa Herminia Kleefeld, porque sabe silbar con su neumotórax; es un don particular que no posee nadie más. No puedo decirte cómo lo hace, ella misma no puede explicarlo exactamente. Cuando anda deprisa puede silbar interiormente, y lo hace para asustar a la gente, sobre todo a los enfermos recién llegados. Creo que así malgasta nitrógeno, pues han de hincharla cada ocho días.